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Tendencias del software. Cuánto más sencillo, mejor

Durante décadas el software ha ido siendo cada vez más complejo. Actualmente observamos una predisposición hacía el minimalismo, a eliminar lo superfluo, resaltar lo importante y ocultar lo obvio.

Al igual que la filosofía del “lean manufacturing” supuso una revolución en la manera de organizar la producción industrial, aplicaciones tan exitosas y sencillas como Facebook o Twitter, están revolucionando la manera en la que entendemos el software.

Cuando hablamos de la sencillez de un producto, existen tres dimensiones que debemos tener en cuenta: funcionamiento, facilidad de uso y accesibilidad. Cualquiera de estos aspectos es crucial a la hora de evaluar la calidad de un software.

Por buen funcionamiento de un producto, entendemos su capacidad para ofrecernos un beneficio esperado.

Evolución y tendencia del software

Un libro en blanco y un programa de contabilidad permiten llevar la contabilidad de un negocio, la metodología por supuesto es muy distinta. Mientras que el procedimiento manual exige un gran esfuerzo y conocimientos por parte del individuo, la vía electrónica nos permite automatizar las tareas más tediosas, disminuir los errores por falta de atención o concentración además de evitarnos los cálculos más complejos.

Un software, al igual que cualquier producto, funciona mejor cuanto menos esfuerzo exige al usuario para poder realizar una determinada tarea.

Existen dos maneras no necesariamente contrapuestas de lograr este objetivo, vía potencia o vía optimización del diseño. La primera implicar asignar más recursos a la tarea en cuestión y está directamente relacionada con la capacidad de cálculo del sistema o potencia del hardware.

La idea es que cuantas más operaciones por segundo se puedan realizar, más rápido se realizarán las tareas.

La segunda vía implica poner especial atención al diseño de la aplicación para que sea capaz de ofrecer resultados concretos consumiendo la menor cantidad posible de recursos y en el menor número de pasos. Se trata de dotar a la solución del mayor nivel de eficiencia posible, simplificando al máximo su diseño, lo que además de mejorar la capacidad de ejecución ofrece otras muchas ventajas.

Las cosas complejas fallan con mucha más facilidad y es más difícil localizar y solucionar los problemas. Por tanto, las soluciones sencillas tienen un mantenimiento menos costoso.

La tendencia con SOA

Una de las tendencias más importantes dentro del diseño de software es la Arquitectura Orientada a servicios o SOA (Service Oriented Architecture) que permiten un mayor grado interoperabilidad entre sistemas complejos. Mediante la disposición del software en capas se consigue un soporte tecnológico común para diferentes aplicaciones que pueden ofrecer funcionalidades muy diversas y que a la vez permite que estas interactúen de manera sencilla.

Con esto se consigue que simplificar la implementación de modificaciones, al afectar únicamente a partes aisladas de del sistema.

De la misma manera cuando se quiere mejorar la capa tecnológica del sistema, no es necesario realizar cambios en las aplicaciones. Este tipo de planteamiento sin duda supone un hito en las aplicaciones orientadas a empresa, ya que la evolución del software se convierte en un proceso continuo.  

Lejos de tener que realizar costosos procesos de migración cada muchos años, la solución puede ir evolucionando de manera constante, sin perder competitividad.

También este tipo de arquitectura facilita la integración de nuestros sistemas con los de terceros, como pueden clientes, proveedores o administraciones. Este tipo de colaboración sin duda es una de las tendencias más fuertes del mercado y los retornos que se obtienen frente a unas cifras de inversión relativamente modestas, justifican de sobra la adopción de este tipo de prácticas. A fin de cuentas, nos permite interactuar con nuestra cadena de valor de una manera simple y barata.

En resumen, la gestión de una empresa es de por si un asunto bastante complejo, y la misión de cualquier software tiene que ser simplificar. Cualquier complicación que esta añada será a costa de lograr su objetivo.

Un claro ejemplo es la cantidad de pasos necesarios para conectarnos a una red wifi desde un determinado sistema, o el tiempo que necesitamos emplear en rellenar un formulario para comprar una camiseta en una tienda de comercio electrónico.

Es terriblemente sencillo conectarse a una red wifi desde un Mac y resulta sorprendente la cantidad pasos añadidos que tenemos que dar desde un equipo con Windows XP. El sitio web de ecommerce con el diseño más atractivo del mundo será un rotundo fracaso si obligamos al usuario a rellenar interminables formularios o a que vuelva a introducir todos los datos cuando al enviar un formulario se detecte un campo incorrecto.

La tendencia actual hacia diseños minimalistas encierra una búsqueda de sencillez que permita acercar los productos al mayor número posible de consumidores.

La curva de aprendizaje, un aspecto clave…

Pero no todo queda ahí, algunos programas complejísimos permiten hacer cosas increíbles de una manera muy sencilla. Entra en juego aquí otra dimensión dentro de la facilidad de uso de un software y es la cantidad de esfuerzo necesaria para aprender a manejarlo.

Programas potentes de diseño gráfico como Photoshop, 3D Max o Blender, permiten realizar complejas operaciones de modelado o retoque de imágenes en pocos segundos. Para esto necesitamos conocer algunos de los cientos de atajos de teclado y trucos que nos permiten acceder de manera rápida a algunas de sus miles de funciones. En resumidas cuentas su manejo es sencillo, pero es necesario invertir una gran cantidad de tiempo en aprender a usarlo.

Algunas de las aplicaciones más extendidas como Facebook o Twitter son realmente sencillas de usar y aunque nos permiten realizar un número muy limitado de operaciones, no es necesario invertir mucho tiempo en aprender a manejarlas. En este sentido las aplicaciones web han supuesto un gran avance, ya que partiendo de algunos elementos comunes como textos, enlaces, botones y formularios, con una respuesta interactiva idéntica pueden construirse millones de aplicaciones. Al compartir todas las aplicaciones los mismos elementos básicos, la curva de aprendizaje se reduce. Este es sin duda uno de los secretos del éxito de la tecnología web.

Una interfaz gráfica y sencilla

Independientemente de la cantidad de opciones que nos ofrezca la aplicación, la interacción con ella puede ser mucho más sencilla, dependiendo del diseño de su interfaz gráfica.

El uso distinto de colores, imágenes, volúmenes y formas, así como distribución y solapado de los elementos hacen que una misma aplicación ofrezca una experiencia totalmente distinta de uso.

Existen algunas reglas básicas para mejorar, la primera es eliminar todos los elementos sobrantes y ocultar los obvios.

Los menús desplegables son un gran ejemplo de este paradigma: se nos expone una lista, al pasar sobre un elemento aparece otra lista y así sucesivamente. Si todos los elementos se mostrarán de golpe en la pantalla nos perderíamos entre tanta opción. Esto nos lleva a la segunda regla, la de la organización, todos los elementos han de estar estructurados conforme a una lógica que sea lo más evidente y que se corresponda con el sistema representado.

El software empresarial a la zaga en este aspecto

El diseño de las interfaces de software para empresas suele ser bastante más pobre que el de las aplicaciones de usuario. Hoy en día cientos de miles de empresas en países desarrollados y emergentes siguen trabajado con aplicaciones de pantallas con letras verdes sobre fondo negro. Mientras la calle está inundada de dispositivos como el iPad o los móviles con sistemas Android que ofrecen una experiencia intuitiva al ciudadano de a pie, en las empresas e instituciones públicas abundan los programas tipo “MS-Dos” con aspecto anodino y aburrido.

La razón de este atraso suele derivar de la necesidad de amortizar la inversión en los sistemas existentes. Se entiende que el diseño funcional y la sencillez de uso son caprichos estéticos que no tienen cabida en el racional mundo de la empresa, y esto es un profundo error. Hoy en día gran parte de nuestro trabajo consiste en interactuar con sistemas informáticos y cuanto más sencillo sea su uso más productivo será nuestro trabajo. Invertir en sencillez es muy rentable.

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