La llamada nube de Internet o cloud computing permite almacenar datos en la Red, lo que los hace accesibles desde cualquier lugar y dispositivo. Los documentos ya no se guardan físicamente, sino que confiamos en un servidor compartido a nuestro alcance en cualquier momento con una simple conexión a Internet.
Se trata de algo que es relativamente poco conocido, excluyendo a los más cibernéticos, a pesar de que sin quererlo lo estamos utilizando constantemente. Y es que, la nube no es otra cosa que miles de centros de datos formados por ordenadores potentísimos; centros de datos repartidos por todo el mundo.
Es decir, cuando decimos que nuestros datos se encuentran en la nube realmente están en alguno o varios de esos ordenadores interconectados que ofrecen la posibilidad de guardar todo tipo de información y de ejecutar todo tipo de tareas.
Pero realmente, la nube es mucho más que todo esto. No es sólo guardar imágenes, audios o cientos de archivos en un lugar seguro del que siempre podremos rescatarlo estemos donde estemos y aunque nuestro ordenador llegue al final de su vida útil. La nube permite además la posibilidad de disponer de programas para ejecutarlos. Es decir, ya no es necesario tener instalado determinado programa, ni tampoco tener que preocuparse de contar con la última actualización.
Para las empresas existe lo que se llaman servidores compartidos en la nube mediante los que utilizan un espacio determinado para disponer de toda su información. De esta manera, jamás se quedan colgados sus equipos, ni siquiera durante los momentos de mayor actividad. En todo caso, en momentos punta la empresa que administra los servidores “presta” un espacio de otro servidor y cobra aparte por ese “exceso” de ocupación.
Esto es sólo el principio; el negocio suma y sigue. La prueba es que el 4% de las empresas ya tiene su correo electrónico alojado en la nube, una cifra que se prevé aumento hasta el 10% en dos años y al 30% en el año 2015. No se valora únicamente el ahorro económico que puede suponer almacenar toda la información de una empresa, así como los programas informáticos que necesita en la nube, también se valora de una forma muy positiva la flexibilidad y agilidad a la hora de disponer de la información.
Cloud computing: algunos ejemplos
Una masiva caída en los servidores de RIM, fabricantes de los dispositivos BlackBerry, dejó sin servicio a millones de usuarios hace escasas semanas e hizo saltar las alarmas. Un servidor de la nube cae y todo lo demás va detrás como si fuera un castillo de naipes, por suerte no es algo demasiado frecuente…
Cada vez más, están apareciendo servidores como Dropbox, que permite almacenar información online como si se tratase de otro disco duro, pudiendo visualizarlo desde cualquier otro dispositivo o compartirlo con los amigos con un solo clic. También la compañía Apple, siempre puntera, prevé lanzar iCloud, que servirá para guardar música y fotografías online.
Sin embargo, los expertos advierten: este almacén masivo y compartido puede ser peligroso, y algunos países, como Francia, ya están estudiando crear su propia nube para controlar la transferencia de estos datos. Frente a las grandes inversiones de empresas estadounidenses, Andrómeda, el proyecto galo, puede llegar a costar 285 millones de euros con el objetivo de crear una nube propia para evitar que los datos importantes sean almacenados en servidores internacionales.